Valerie Campos: Vértigo

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Vértigo: Apuntes monocromáticos de Valerie Campos 

Los ojos humanos no soportan ni el sol, ni el coito, ni el cadáver, ni la oscuridad

Georges Bataille

Al mirar los cuadros de Valerie Campos  siento que pintar es  lanzarse a  un vórtice, descender a un remolino que nos empuja a un universo caótico, lleno de símbolos que hablan para cada uno y que nos enfrentan con aquello que hemos guardado en nuestro interior: una fuerza sanguínea, vitalista, en su estado más puro, más salvaje.

Los trazos de los que emergen fragmentos de  cuerpos con hambre, el esplendor de una energía intensa que explota y nos deja exhaustos ante ruidos organizados e impastos musicales llenos de color. Una danza vibrante que incita al voyeur a espiar en los resquicios del color y encontrar su temperatura. En este movimiento incesante que podría ser también un descenso a las entrañas   (recordemos que la figura del laberinto es la representación de las tripas humanas) nos conduce a explorar nuestro deseo.

Estos apuntes monocromáticos, son cuatro descensos, como puntos cardinales, nos sitúan en la geografía del deseo. Pulsaciones, humores, olores conservados durante días trastornados por poseer todo aquello que la pintora ve en el camino diario.

El ritmo en la pintura de Valerie, y en esta serie oaxaqueña, es único: velocidad delirante, musical, asombrosa.

Trajinando por Oaxaca, Valerie encuentra en estos colores una manera de situarse y empujarnos a su vórtice, a sus pensamientos, a la luz, al centro de un volcán que nunca duerme

Karina Sosa Castañeda

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